Tomás Navarro

关于作者

Mi vida está repleta de emociones. Muchas son propias, algunas prestadas y otras tantas compartidas. Muchas personas han compartido sus emociones más íntimas conmigo. He visto a gente reír, llorar, sufrir, amar, despreciar, esperar, desear, adorar, mentir… Algunas de estas personas han elegido voluntariamente compartir sus emociones conmigo, otras no han podido evitar el llanto surgido de lo más profundo de su ser. Un ser vacio, gris, seco; arrasado por la tristeza que provoca una depresión, una despiadada enfermedad. También he visto a personas sufrir por cosas que nunca han pasado y que nunca pasarán. Personas que están al borde del colapso porque no pueden soportar la ansiedad que les oprime el corazón. Hombres y mujeres que desearían tener un botón para poder desconectar el torrente de pensamientos negativos que se presentan acompañados de la más insufrible angustia. He visto a personas enamoradas engañarse con la esperanza de que se podía reconstruir un matrimonio. La misma esperanza que ha estado distorsionando la realidad, impidiendo que percibiera señales que ilustraban la falta de adecuación de la pareja. La misma esperanza que ha provocado una falaz y desigual lucha por alcanzar un objetivo inalcanzable. Por confundir un deseo con la realidad. He celebrado las victorias de mis clientes felices tras conseguir sus objetivos. A veces incrédulos, a veces temiendo que volverán a estar mal. La felicidad es un estado efímero que debemos cultivar y perseguir. No dejemos nuestra vida en manos del azar. Luchemos por ser felices. He jugado con niños. He soñado con ellos, les he estimulado a crecer y a comunicarse, a compartir, a aprender. Juntos hemos reído, corrido, volado, dibujado… Me encanta jugar con niños, como un niño más. No dejo pasar una oportunidad de integrarme en sus juegos, de analizar cómo piensan, cómo se divierten, cómo se relacionan, cómo viven… He asesorado a empresas en su lucha por crecer, a directivos que buscaban ayuda para ser mejores líderes, para ser mejores personas. He visto a personas liderar desde el respeto. Líderes que saben que están dirigiendo a personas; personas que piensan, hacen y sienten… y sienten… Pero también he visto conductas y actitudes ruines, tóxicas y egoístas. Casi siempre el miedo estaba detrás. Miedo a perder el estatus. Miedo a dejar de ser. Miedo a mostrar una autoestima baja. Miedo al qué dirán. Miedo a perder la aprobación de los padres, de las parejas, del círculo social de referencia… He visto a personas sufrir los juegos de poder de directivos irresponsables, de madres egoístas, de falsos amigos, de parejas interesadas… He diseñado aplicaciones para motivar a la gente a tener una vida más plena, más activa, más satisfactoria. Me ha encantado diseñar el proceso de interacción de una aplicación para móviles. He disfrutado redactando copys para la aplicación. Ha sido estimulante, un reto, un aliciente para alguien a quien no le gusta la rutina. He analizado las emociones que puede despertar un vehículo en su propietario. Las he sentido al tocarlo, al conducirlo, al observarlo. Les he dado nombre y las he traducido para que el equipo de marketing de la marca pudiera transmitirlas a los futuros clientes. He estudiado el comportamiento de consumo de los clientes de una marca de moda. He analizado las motivaciones de compra. He buscado las emociones que sentían los clientes al utilizar determinadas prendas. ¿Te sientes bien cuando te ves guapo y atractivo? ¿O estás guapo porque te sientes bien? He visto a personas hacer gestas imposibles. Deportistas que han puesto su cuerpo al límite. Que han estado corriendo sin parar durante días, durante centenares de quilómetros, bajo el sol y bajo la lluvia. He visto como se han animado entre ellos, como han entrado en la meta de la mano, como han superado sus límites, como han llegado a ser superhombres. He animado a personas a coronar las más altas cimas. Les he ayudado en aquellos momentos donde la inseguridad se ha apoderado del valor del alpinista. Donde el miedo ha paralizado todos y cada uno de los músculos de su cuerpo. Personas que se han estado preparando durante años para conseguir sus objetivos y que han perdido todas las opciones de éxito… aún cuando están perfectamente preparados para hacerlo. He escalado paredes de centenares de metros con personas que no sabían ni lo que era una cuerda. He bajado a la más absoluta oscuridad de una cueva con equipos directivos. He volado sin motor sobre montañas preciosas. Todo ello para ayudar a alguien a encontrarse, a confiar en sí mismo, a adoptar una mayor perspectiva en su trabajo, a comunicarse mejor con el resto de su equipo. He ido de shopping con clientes con el objetivo de adecuar su imagen proyectada a su imagen deseada y a la imagen esperada. Personajes públicos, personas que eran observadas por centenares de personas, por miles de admiradores, por decenas de críticos. Personas que han aprendido a controlar la imagen que proyectan al exterior. He ayudado a actores a mejorar la expresión de las emociones de sus personajes. Les he dado herramientas para sentir lo que sienten sus personajes. Les he enseñado que no podemos poner cara triste a no ser que estemos tristes. Que la sorpresa se ve en los ojos, el miedo en las cejas, el asco en las arrugas de la nariz y la felicidad en las patas de gallo. He escrito el guión de una trama de espías entre Berlín y San Petersburgo con el objetivo de generar tensión en los espectadores, de que sintieran un nudo en el estómago, una opresión en el pecho, de que les faltara el aliento a la vez que le faltaba al protagonista; han sentido el mismo miedo que podía sentir el espía al ser perseguido por los servicios secretos. He diseñado un evento para emocionar a 40.000 personas en la inauguración de un estadio de futbol. He estudiado al club, a su historia, a su afición, a sus jugadores clave. He entrevistado a decenas de aficionados buscando entender, sentir y compartir su pasión. Me he puesto delante de un aula repleta de alumnos universitarios. Algunos deseosos de aprender y de devorar conocimientos, algunos desorientados y otros perdiendo una magnífica oportunidad para aprender y crecer. La juventud es energía; energía que si no se canaliza se pierde. He compartido mi visión del liderazgo en escuelas de negocios. Un liderazgo basado en el respeto. Un líder que no piense en el crecimiento a cualquier precio. Un líder capaz de gestionar objetivos, personas y emociones. Siempre he andado estudiando y analizando. Siempre. Siempre analizando. En una cena, mientras espero en una tienda, en el metro. Me encanta aprender, de las personas, de las emociones, de las empresas, de los procesos. Durante mucho tiempo he acompasado la práctica clínica, la psicoeducación, la divulgación, la consultoría y la formación. Ahora, después de 16 años de carrera, me quiero centrar más en divulgar, en enseñar, en escribir, en comunicar. Me gusta ayudar a la gente. No puedes ser un buen psicólogo sin un espíritu sensible y compasivo. Ahora deseo hacer lo mismo mediante libros, ejercicios, cursos y conferencias. He compilado el material y los ejercicios con los que he trabajado durante estos años para poderlos publicar. Para compartirlos con más personas. Son ejercicios de eficacia contrastada, válidos y fiables. Han sido probados en la atención directa con casos diferentes. Los hemos adaptado y preparado para que te puedan ayudar a conseguir tus objetivos. Espero que te pueda ayudar. Espero que te sean de interés. Me gustaría que fueras más feliz. No hace falta estar mal para leerme, para escucharme… solo hace falta que desees estar mejor.

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